En occidente nuestra relación con la música se ha vuelto tan distante como la relación con nuestros sentimientos.
En culturas ancestrales, la música está presente en todo momento, ya sea en las fiestas y ceremonias como en la vida diaria.
La creación musical en esas culturas es colectiva e invita a la participación de todos.
En cambio en occidente, la música es individual, vivimos en ciudades ruidosas y usamos el sonido como un arma para evadinos.
La gente no canta en las calles o se reúne a tocar instrumentos (con contadas excepciones como las tunas o las batucafas).
Tampoco sabemos de música. A pesar de haber tenido clases de música en el colegio muy pocos conocen un tresillo, una corchea, una armadura o un silencio.
Simplemente nos hemos vuelto consumidores de música chatarra, así como la comida chatarra, es decir aquello que llena pero no alimenta.
En Artecentro buscamos alcanzar de nuevo esos estados de conexión con tú ser espiritual por medio de los sonidos.
No importa si nunca has tocado un instrumento, lo importante es realizar una actividad rítmica, melodica o armónica de tal forma de que puedas elegir los sonidos que necesites y combinarlos para alcanzar un estado de concentración y sabiduría equivalente al de nuestros pueblos ancestrales.